Congreso Universidad, mayo-agosto 2024; 11(2), e24

Presentado en el VI Taller sobre "La Enseñanza de las Artes en la Educación Superior"

 

Artículos de revisión

La Edad de Oro de José Martí: precursora de la interculturalidad y la cultura de la paz

 

The Edad de Oro of José Martí: forerunner of interculturalism and the culture of peace

 

María Emilia Soteras Zambrano1 marisoteras@cubarte.cult.cu
Roberto Hernández Biosca1 0009-0006-4536-4221 biosca@cubarte.cult.cu

1 Universidad de las Artes. La Habana, Cuba.

 

Recibido: 31/03/2024
Aprobado: 30/04/2024


RESUMEN

Los autores reflexionan sobre la actualidad y vigencia del pensamiento de José Martí y cómo el prócer cubano se anticipó a la comprensión y empleo de un sistema de categorías culturales para la interpretación y transformación de la contemporaneidad, tales como diversidad cultural, desarrollo cultural, multiculturalidad, interculturalidad. Se apoyan en los textos de La Edad de Oro, revista infantil publicada en Nueva York por el Apóstol cubano "dedicada a los niños de América", como declara en las portadas de sus cuatro números, aparecidos entre el 1º de julio y el 1º de octubre de 1889. Se toman, como estudios de caso, los textos donde se valoran las culturas prehispánicas mexicanas, o donde estás se insertan en paridad de derechos con las de otras latitudes. La intención del autor al publicar la revista fue divulgar entre sus pequeños lectores lo mejor de la cultura universal, incluidas las casi totalmente invisibilizadas culturas prehispánicas americanas, porque "los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos". El conocimiento recíproco, el respeto, la inclusión que promueven las prácticas interculturales, son las bases de las construcciones culturales que promueven la solidaridad y la convivencia en paz de personas diferentes.

Palabras clave: contramodernidad; diversidad cultural; interculturalidad; multiculturalidad.


ABSTRACT

The authors reflect on the relevance and validity of José Martí's thought and how the Cuban hero anticipated the understanding and use of a system of cultural categories for the interpretation and transformation of contemporaneity, such as cultural diversity, cultural development, multiculturalism, interculturality. They are based on the texts of La Edad de Oro, a children's magazine published in New York by the Cuban Apostle "dedicated to the children of America", as he declares on the covers of its four issues, published between July 1 and August 1. October 1889. Texts where pre-Hispanic Mexican cultures are valued, or where they are inserted in parity of rights with those of other latitudes, are taken as case studies. The author's intention in publishing the magazine was to disseminate among his little readers the best of universal culture, including the almost totally invisible American pre-Hispanic cultures, because "peoples who do not know each other have to hurry to get to know each other, like those who are going to fight together". Reciprocal knowledge, respect, and inclusion promoted by intercultural practices are the bases of cultural constructions that promote solidarity and peaceful coexistence of different people.

Keywords: countermodernity; cultural diversity; interculturality; multiculturalism.


 

INTRODUCCIÓN

"La conciencia es la ciudadanía del universo", expresa José Martí (1853-1895) en su artículo Extranjero, publicado a raíz de su partida de México en 1876 (Martí Pérez, J. J., [1876] 2002a, pág. 363 [Tomo VIII]). La estancia mexicana (1875-1876), -inicio de un peregrinaje que le llevaría más tarde a tierras guatemaltecas y venezolanas-, resultó una experiencia intelectual y cívica fundamental, tanto para su futuro ejercicio creador como para la interpretación de realidades de signos controvertidos, cuyo espacio de resolución quedó magistralmente formulado en el ensayo Nuestra América (Martí Pérez J. J., 2002b [1891], págs. 15-25 [Tomo VI]).

El objetivo del presente ensayo es fundamentar los antecedentes de los enfoques interculturales latinoamericanos contemporáneos en los textos contramodernos de José Martí, tomando como estudio de caso la presencia de las culturas prehispánicas-fundamentalmente mexicanas- en su revista para niños La Edad de Oro (Martí Pérez J. J., 2002i, págs. 295-503 [Tomo XVIII]), una de las zonas de su producción que más ha acaparado la atención de los estudiosos por las excelencias literarias que atesora, y por constituir una valiosa fuente de aprendizaje, disfrute y reflexión en torno a la esencia humana y su extraordinaria capacidad de creación, epicentro del proyecto martiano de emancipación cultural para los pueblos de Nuestra América.

 

DESARROLLO

A lo largo de su vida acompañaron a Martí, tanto las preocupaciones por el presente y el futuro de México, como el afán de indagación en su pasado, y así lo hace constar en los más variados textos.

El contexto mexicano, previo y durante la estancia mexicana de nuestro Héroe Nacional, era complejo. Benito Juárez (1806-1872) había sido electo presidente y está al frente del país entre 1854-1861. Pero las condiciones heredadas eran poco propicias para proyectos de largos alcances. Debido al tratado de Guadalupe-Hidalgo, México había perdido vastas zonas de su territorio en favor de Estados Unidos. Los liberales, entre los que se encontraba Benito Juárez, defendían un proyecto federalista; sin embargo, los conservadores tomaron el poder en 1853, acaudillados por el general Santa Anna, y Juárez se vio obligado a exiliarse en Cuba y se instaura el derecho burgués que desplaza los fueros y privilegios feudales. Los indígenas desposeídos de sus tierras pasaron a ser mano de obra asalariada.

En 1855 el dictador conservador Santa Anna renuncia ante las insurrecciones de los liberales que habían elaborado el "Plan de Ayutla" y los liberales alcanzan el poder. Dentro de ellos, había dos corrientes: los llamados "puros", de pensamiento más avanzado, entre los que se hallaba Benito Juárez que fue Secretario de Justicia de ese gobierno; y el otro sector, el de los "moderados". Comomfort, líder de esta fracción, alcanza la presidencia y destituye a Juárez, que estaba tomando medidas muy radicales y peligrosas para los intereses de ese sector, como fue plantear la disolución del tradicional ejército oficial (la oficialidad pertenecía a castas) y la elaboración y promulgación de una constitución en 1858. Sin embargo, Comomfort al ser electo presidente nombra a Juárez Presidente de la Suprema Corte de Justicia, cargo que tenía atributos de Vicepresidente.

Miguel Lerdo de Tejada (padre del que luego sería presidente), como Secretario de Hacienda, promulga una ley que obliga a las comunidades indígenas a vender las tierras comunales a pequeños propietarios con el propósito de fortalecer la propiedad individual. Esto perjudicó a miles de indios, pues no tenían con qué comprar las tierras. Ante estas medidas, a pesar de ser "moderadas", los sectores eclesiásticos y terrateniente se sublevaron contra Comomfort, quien huyó a EE.UU., por lo que, a falta del presidente, Juárez reclama su derecho de sustituirlo, y es reconocido como presidente en Querétaro.

En enero de 1858, traslada su gobierno a Guanajuato, y comienza la llamada Guerra de los Tres Años, o Guerra de la Reforma. En medio de esta, Juárez decreta, entre julio de 1859 y diciembre de 1860, las llamadas "grandes leyes de la Reforma", las cuales estipulaban la soberanía del estado en todo lo concerniente al funcionamiento de la vida pública del país: nacionalizaban los bienes eclesiásticos; instituían el registro civil; secularizaban los cementerios; establecían el matrimonio laico; limitaban las festividades religiosas y reconocían la libertad de culto.

En diciembre de 1860, se produce el último gran triunfo de los liberales "puros", y el 11 de enero de 1861 Juárez entra en Ciudad México y es reelecto presidente. Durante la guerra, México había contraído deudas con bancos franceses y suizos, y Juárez ordena la suspensión de los pagos por dos años. En octubre de 1861, Francia, España e Inglaterra unen fuerzas para presionar a México a que pague. Llegaron a organizar una flota conjunta, que desembarcaron en Veracruz. En diciembre, ambas partes tuvieron conversaciones e Inglaterra y España se retiran del conflicto. Las tropas francesas de Napoleón III obtuvieron el apoyo del clero y los conservadores, y confiaban en la incapacidad de EE.UU. de apoyar a Juárez por motivo de la Guerra de Secesión.

El Archiduque Maximiliano de Habsburgo es nombrado nuevo emperador de México, y desembarca por Veracruz el 28 de mayo de 1864. De inmediato reconoció la deuda mexicana con Napoleón III, ascendente a 346 millones de francos, más los gastos de las tropas de ocupación. Pero Juárez derrota a los franceses en mayo de 1867. Las tropas de Porfirio Díaz apresan a Maximiliano en Querétaro y lo fusilan el 19 de junio de 1867.

Juárez convoca elecciones y es reelecto, contra las aspiraciones de Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz (1830-1915), quienes se sublevaron contra Juárez luego de las elecciones en 1869, pero fueron derrotados en enero de 1870. Don Benito enfrenta una difícil situación económica, debido a las guerras y a la caída de las exportaciones mexicanas, debido a la recuperación de la economía algodonera en EE.UU. al concluir la Guerra de Secesión y a que todavía no habían sido recuperadas las minas. Hace contratos con capitales extranjeros para construir ferrocarriles y telégrafos y en 1873 se inaugura la línea Veracruz-Ciudad México, de la Mexican Railway Company (propiedad inglesa).

En 1870 se convocan de nuevo elecciones, Juárez es reelecto y Porfirio Díaz se vuelve a sublevar. La muerte de Juárez el 18 de julio de 1872 frustró los intereses presidencialistas de Díaz. Asume el cargo Lerdo de Tejada (1823-1889), en su condición de Presidente de la Suprema Corte de Justicia, quien se mantuvo en el poder los siguientes cuatro años, hasta 1876.

Durante ese cuatrienio, institucionalizó constitucionalmente las reformas juaristas y trató de obstaculizar la penetración del capital imperialista inglés, que ya ascendía a 24 millones de dólares. En 1872, se funda el Gran Círculo de Obreros, primera central sindical mexicana. En 1876, se convocan elecciones. Lerdo presenta su candidatura a la reelección, pero Díaz se subleva, con la consigna de "no reelección" y ocupa el poder el 26 de noviembre de 1876. Martí, abandona ese propio año el país azteca al que había llegado en 1875, estancia que había sido clave para su despegue cultural y político latinoamericano.

En medio de tan difíciles circunstancias, el amor de Martí por México no podía disociarse, además, de la existencia de factores de riesgo hemisférico ante los afanes expansionistas de Estados Unidos hacia la América toda, y su confianza en la sabiduría política de los mexicanos para hacer frente a los nuevos desafíos de la historia latinoamericana. Así lo dejó fijado en un dramático apunte:

¡Oh, México querido! ¡Oh, México adorado, ve los peligros que te cercan! ¡Oye el clamor de un hijo tuyo que no nació de ti! Por el Norte un vecino avieso se cuaja (...) Tú te ordenarás; tú entenderás; tú te guiarás; yo habré muerto, oh, México, por defenderte y amarte, pero si tus manos flaquearan y no fueras digno de tu deber continental, yo lloraría debajo de la tierra, con lágrimas que serían luego vetas de hierro para lanzas, como un hijo clavado a su ataúd, que ve que un gusano le come a la madre las entrañas (Viajes. México, 2002k, pág. 22 [Tomo XIX]).

En esas páginas, se funden no solo el respeto y la gratitud hacia un país que lo acogió como a un hijo, sino la concesión de un papel de excepción a desempeñar por este país en el contexto hispanoamericano, autoridad avalada por la tradicional vocación del pueblo mexicano hacia la libertad, la democracia y la paz, su consecuente americanismo, el prestigio mundial de sus personalidades más insignes entre las que don Benito Juárez, por quien Martí sentía devoción, resultaba uno de sus más preclaros paradigmas.

Cuando todos los hombres sepan leer, todos los hombres sabrán votar, y, como la ignorancia es la garantía de los extravíos políticos, la conciencia propia y el orgullo de la independencia garantizan el buen ejercicio de la libertad. Un indio que sabe leer puede ser Benito Juárez; un indio que no ha ido a la escuela, llevará perpetuamente en cuerpo raquítico un espíritu inútil y dormido. Hasta esas palabras me parecen inútiles: tan invulnerable y tan útil es para mí la enseñanza obligatoria. Los artículos de la fe no han desaparecido: han cambiado de forma. A los del dogma católico han sustituido las enseñanzas de la razón. La enseñanza obligatoria es un artículo de fe del nuevo dogma (Martí Pérez J. J., [1875] 2002, pág. 352 [Tomo VI]).

Aunque la cita anterior no está tomada de La Edad de Oro, es demostrativa del propósito de esta ponencia, dado que la interculturalidad,

(...) en tanto declaración política, se sustenta en una visión de derecho, constitutiva de toda sociedad democrática, considerando la diversidad cultural como legítima, indivisible de los otros derechos humanos, e indispensable para la construcción de una sociedad justa y con cohesión social (Red Regional de Innovaciones Educativas para América Latina y el Caribe Innovemo 5, 2008, págs. 26-27).

Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895), amigo y compañero de Martí en la aventura de renovación de las letras hispanoamericanas finiseculares, catalogó La Edad de Oro en su momento con meridiana claridad: "Es un periódico mensual para los niños, que a los niños instruye, mejor dicho, educa, y a los hombres deleita. El trabajo que en él se emprende y cumple es el trabajo del alba: despertar" (Gutiérrez Nájera, 1980, pág. 50).

Ese despertar no es otro que el propósito martiano de hacer hombres nuevos, capaces de conducir los destinos de las repúblicas de América -varias de ellas autorreconocidas como pluriculturales, mientras que otras no- guiados por un profundo espíritu creador, una sensibilidad y voluntad irrenunciables a la soberanía de sus pueblos y a la defensa de la dignidad individual de sus hijos, respetuosos del derecho ajeno, capaces de enarbolar la solidaridad entre los hombres como pilar de una nueva ética, tanto más necesaria cuanto más precario el equilibrio del mundo, cuyas fisuras, evidenciadas a fines del siglo XIX, la pasada centuria se encargaría de ahondar, haciendo cada vez más insostenibles las diferencias entre los poderosos y los desposeídos de este mundo.

En este sentido, la grandeza mexicana le proporciona a Martí múltiples posibilidades para promover y estimular virtudes y capacidades críticas -desde una prédica intercultural embrionaria- en las nuevas generaciones de niños y niñas, conducentes a una cultura nueva para lo porvenir. Así, la honradez es entendida como el ejercicio de la libertad de pensamiento y expresión "Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado y a pensar y a hablar sin hipocresía" (Tres héroes (La Edad de Oro), [1889] 2002c, pág. 304 [Tomo XVIII]), mientras que la cultura solo alcanza su verdadera dimensión cuando reivindica al hombre.

La figura del prócer Miguel Hidalgo (1753-1811) se modela a partir de su sed de conocimiento en función del mejoramiento humano y la justicia social:

Desde niño fue el cura Hidalgo de la raza buena, de los que quieren saber (...) Leyó los libros de los filósofos del siglo dieciocho, que explicaron el derecho del hombre a ser honrado y a pensar y a hablar sin hipocresía. Vio a los negros esclavos, y se llenó de horror. Vio maltratar a los indios que son tan mansos y generosos, y se sentó entre ellos como un hermano viejo, a enseñarles las artes finas que el indio aprende bien: la música, que consuela; la cría del gusano, que da la seda; la cría de la abeja, que da miel. Tenía fuego en sí y le gustaba fabricar: creó hornos para cocer los ladrillos. Le veían lucir mucho, de cuando en cuando, los ojos verdes (Tres héroes (La Edad de Oro), [1889] 2002c, pág. 306 [Tomo XVIII]).

Obsérvese cómo también el cura de Dolores es precursor de la interculturalidad, entendida esta en su etapa primigenia, como las acciones de dotar al indio de conocimientos y habilidades tecno-agrícolas traídos a América por los conquistadores-colonizadores europeos, con el propósito de mejorar sus artes industriales, su inserción en los mercados y con ello su calidad de vida. Martí destaca la esencia del legado de Hidalgo en su condición de fundador y en las cualidades de su personalidad: su firmeza en el ejercicio del criterio, sinónimo de libertad de conciencia, su vocación de servicio a sus semejantes, su capacidad de tolerancia, su respeto a la dignidad humana:

La mala gente quería ir con él para robar en los pueblos y para vengarse de los españoles. Él les avisaba a los jefes españoles que, si los vencía en la batalla que iba a darles, los recibiría en su casa como amigos, ¡Eso es ser grande! y ante el martirologio del padre Hidalgo en aras de la independencia de su patria y el decoro de los hombres, muestra a los niños que la muerte de un justo nunca es estéril, por lo que concluye sentencioso: "¡Pero México es libre!" (Tres héroes (La Edad de Oro), [1889] 2002c, pág. 307 [Tomo XVIII]).

En el caso de la música "que consuela", y otros aprendizajes, Martí nos dice:

Por una esquina salía un grupo de niños disparando con la cerbatana semillas de fruta, o tocando a compás en sus pitos de barro, de camino para la escuela, donde aprendían oficios de mano, baile y canto, con sus lecciones de lanza y flecha, y sus horas para la siembra y el cultivo: porque todo hombre ha de aprender a trabajar en el campo, a hacer las cosas con sus propias manos, y a defenderse. (Las ruinas indias [La Edad de Oro], [1889] 2002f, pág. 383 [Tomo XVIII])

De este modo, en La Edad de Oro de José Martí se interpreta la cultura desde una dimensión antropológica, que al no tomar en cuenta solamente las actividades "nobles del espíritu" o las bellas artes y, mucho menos, asumir posiciones etnocéntricas, permite mostrar un amplio proceso en que se desenvuelven las potencialidades transformadoras y creativas del hombre en las más variadas formas de la creatividad humana ("a hacer las cosas con sus propias manos, y a defenderse"). La contribución de los pueblos latinoamericanos, en particular los autóctonos, resulta colocada en plano de igualdad con los hallazgos de otras civilizaciones en diferentes periodos históricos, propiciando de esta manera nuevas formulaciones para un diálogo de paz.

Esa dimensión intercultural que subyace en muchos de los textos de la revista, le convierten en precursor de modernas concepciones que rechazan ciertas pretensiones occidentales de constituirse en la culminación de la historia, o de haber avanzado más en el aprovechamiento de la naturaleza, o en las conquistas del pensamiento científico: "El hombre es el mismo en todas partes, y aparece y crece de la misma manera, y hace y piensa las mismas cosas, sin más diferencia que la de la tierra en que vive" (La historia del hombre contada por sus casas [La Edad de Oro], [1889] 2002, pág. 359 [Tomo XVIII]).

(...) los niños de ahora juegan lo mismo que los niños de antes: la gente de los pueblos que no se han visto nunca, juegan a las mismas cosas. Se habla mucho de los griegos y de los romanos, que vivieron hace dos mil años; pero los niños romanos jugaban a las bolas, lo mismo que nosotros, y las niñas griegas tenían muñecas con pelo de verdad, como las niñas de ahora. (Un juego nuevo y otros viejos [La Edad de Oro], [1889] 2002b, pág. 337 [Tomo XVIII])

Ese paradigma le permite a José Martí argumentar un ciclo en que todas las culturas poseen coherencia y sentido dentro de sí a partir de sus especificidades, lo que ayuda a descubrir diferentes formas de racionalidad y de vida, tanto en el pasado como en el presente. Este cometido lo cumplen a cabalidad, Un juego nuevo y otros viejos, La historia del hombre contada por sus casas, Las ruinas indias y La exposición de París, entre otros antológicos.

Los hombres de todos los países, blancos o negros, japoneses o indios, necesitan hacer algo hermoso y atrevido, algo de peligro y movimiento, como esa danza del palo de los negros de Nueva Zelandia (...) Los indios de México tenían, cuando vinieron los españoles esa misma danza del palo. Tenían juegos muy lindos, los indios de México (...) Jugaban al palo tan bien como el inglés más rubio, o el canario de más espaldas, y no era solo el defenderse con él, sino jugar al palo a equilibrios, como lo hacen ahora los japoneses y los moros kabilas. (Un juego nuevo y otros viejos [La Edad de Oro], [1889] 2002b, pág. 342 [Tomo XVIII])

Los ejemplos extraídos de la historia americana anterior a la conquista, en particular mexicanos, posibilitan reafirmar nuestra autoctonía y universalidad, expresión de un pluralismo que mucho tiene que mostrar al mundo de hoy, en franca oposición a concepciones racistas y evolucionistas en las que la cultura europea se presenta como el punto culminante de un movimiento lineal.

En La historia del hombre contada por sus casas nos dice que "Cuando los hombres de Europa vivían en la edad de bronce, ya hicieron casas mejores, aunque no tan labradas y perfectas como las de los peruanos y mexicanos de América" ([1889] 2002, pág. 359 [Tomo XVIII]), y destaca la destreza alcanzada por aquellas fábricas además de su original imaginería, expresión de una riqueza patrimonial lamentablemente perdida.

En Las ruinas indias, inventario de memoriales y cosmogonías, acude al paralelismo tanto para contar las hazañas de nuestros antepasados prehispánicos, similares en hechos y espíritu a los de otras civilizaciones, como para mostrar las debilidades que corroen a las sociedades, en cualquier tiempo y latitud, cuando de ellas hacen presa el totalitarismo, la intolerancia y el fanatismo:

Hay reyes como el chichimeca Nezahualpilli, que matan a sus hijos porque faltaron a la ley, lo mismo que dejó matar al suyo el romano Bruto; hay oradores que se levantan llorando, como el tlascalteca Xicoténcatl, a rogar a su pueblo que no dejen entrar a los españoles, como se levantó Demóstenes a rogar a los griegos que no dejen entrar a Filipo; hay monarcas justos como Netzahualcóyotl, el gran poeta-rey de los chichimecas, que sabe, como el hebreo Salomón, levantar templos magníficos al Creador del mundo, y hacer con alma de padre justicia entre los hombres. Hay sacrificios de jóvenes hermosas a los dioses invisibles del cielo, lo mismo que los hubo en Grecia (...) hubo sacrificios de hombres, como el del hebreo Abraham (...) hubo sacrificios en masa, como los había en la Plaza Mayor, delante de los obispos y del rey, cuando la Inquisición de España quemaba a los hombres vivos (...) La superstición y la ignorancia hacen bárbaros a los hombres de todos los pueblos. Y de estas cosas han dicho más de lo justo los españoles vencedores, que exageraban o inventaban los defectos de la raza vencida, para que la crueldad con que la trataron pareciese justa y conveniente al mundo. ([1889] 2002f, pág. 381 [Tomo XVIII])

Al recrear la historia de México anterior a la llegada de Hernán Cortés, describe minuciosamente la antigua Tenochtitlán; registra los exponentes patrimoniales de Cholula, Xochimilco, Centla y Mitla para, finalmente, dedicar un espacio al mundo maya, donde están "las ruinas más bellas de México" (Martí Pérez J. J., Las ruinas indias [La Edad de Oro], [1889] 2002f, pág. 385 [Tomo XVIII]).

A la par que sorprende el dominio de José Martí al plasmar las esencias de la fabulosa arquitectura de estos pueblos con un mínimo de apoyaturas técnicas y realizar un itinerario por las ruinas de Zayi, Labna, Izamal, Kabah, Uxmal y Chichen-Itzá, se nos hace más contemporáneo al invitarnos a un reencuentro, más que con el patrimonio, soporte de la memoria, con el patrimonio como expresión de identidad, en cuanto representación simbólica de la misma y espacio recreado y referencial de cohesión, reconocimiento y proyección de futuro.

En los últimos años del pasado milenio, organizaciones internacionales comenzaron a trillar los caminos para lograr la entrada al siglo XXI con mejores prácticas educativas y culturales, inclusivas, democrático, participativas. Estas opciones aún resultan insuficientes, pues la educación para indígenas, afrodescendientes, minorías lingüísticas, religiosas, migrantes y otros, se ha limitado a paliar las asimetrías educativas que puede contribuir al mejoramiento cuantitativo de "la calidad de vida" (entendida como la mayor cantidad y diversidad de cosas para consumir, pero hasta el límite que ponen los sectores que detentan el poder).

No podemos confundir educación multicultural con educación intercultural. La primera reproduce la multiculturalidad "es una forma de racismo desde el cual uno puede apreciar (y despreciar) adecuadamente las otras culturas particulares: el respeto multiculturalista por la especificidad del Otro es precisamente la forma de reafirmar la propia superioridad". La educación intercultural, por el contrario, no se detiene en el reconocimiento y la reproducción de la diversidad; reconoce las diferencias económicas, políticas, sociales, educativas y no admite las asimetrías. La interculturalidad no es solo un proyecto para el "mejoramiento" de poblaciones indígenas o afrodescendientes, sino que demanda comprensión, respeto e interacción entre todas las culturas. Si no se transita de la de la multiculturalidad a la interculturalidad, ninguna sociedad multicultural llegará a ser verdaderamente democrática.

Al ubicar estas expresiones en el contexto histórico-cultural que los nutrió, José Martí nos lega una lección: el respeto, el conocimiento y la aceptación de los valores de las culturas es sinónimo de respeto, conocimiento y aceptación de lo diferente. En todas las épocas, la violencia de las conquistas ha traído consigo pérdidas irreparables, no solo de vidas humanas, sino de posibilidades alternativas de relación entre los hombres y las ideas.

José Martí, al hablar en La Edad de Oro a los niños y jóvenes de fines del siglo XIX, los alerta en contra del peligro del olvido y la enfermedad de la indiferencia, y los mueve hacia una reflexión más humana, orientada no hacia la confrontación con lo distinto y lo diverso, sino hacia una coexistencia fecunda, basada en un diálogo intercultural. Esa misión la cumple el artículo La exposición de París, donde "todos los pueblos del mundo" (La exposición de París [La Edad de Oro], [1889] 2002g, pág. 401 [Tomo XVIII]) se han juntado para celebrar el centenario del advenimiento de una época nueva, y en ese concierto de naciones "vamos a ver en sus palacios extraños y magníficos, a nuestros pueblos queridos de la América" (La exposición de París [La Edad de Oro], [1889] 2002g, pág. 408 [Tomo XVIII]).

Allí se levanta también, "como con un cinto de dioses y de héroes" (La exposición de París [La Edad de Oro], [1889] 2002g, pág. 417 [Tomo XVIII]) 417 [Tomo XVIII]) el templo de acero de México, en cuya concepción se sintetizan el pasado y el presente, mientras que del techo "cuelga, verde, y blanca, y roja, la bandera del águila", (La exposición de París [La Edad de Oro], [1889] 2002g, pág. 419 [Tomo XVIII]) como símbolo de altura moral de ideales y premonición de una cultura humana entendida como forma de vivir juntos.

Martí se pregunta dolorosamente: "¿Quién trabajó como el encaje las estatuas de Chichen-Itzá? ¿Adónde ha ido, adónde, el pueblo fuerte y gracioso que ideó la cara redonda del Caracol; la casita tallada del Enano; la culebra grandiosa de la Casa de las Monjas de Uxmal? (Las ruinas indias [La Edad de Oro], [1889] 2002f, pág. 389 [Tomo XVIII]). Nunca sabremos el destino evolutivo de las civilizaciones americanas y, como señala Carlos Fuentes, "un destino interrumpido nunca es justo" (Fuentes, 1996).

Por eso llama Martí a la historia de América una "novela" (Las ruinas indias [La Edad de Oro], [1889] 2002f, pág. 389 [Tomo XVIII]) cuyo final, aún inconcluso, es una de las posibles utopías que tal vez pueda realizar el siglo XXI.

 

CONCLUSIONES

La intención del autor al publicar la revista fue divulgar entre sus pequeños lectores lo mejor de la cultura universal, incluidas las casi totalmente invisibilizadas culturas prehispánicas americanas, porque "los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos". El conocimiento recíproco, el respeto, la inclusión que promueven las prácticas interculturales, son las bases de las construcciones culturales que promueven la solidaridad y la convivencia en paz de personas diferentes.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener conflictos de intereses.

 

Contribución de los autores

Todos los autores revisaron la redacción del manuscrito y aprueban la versión finalmente remitida.

 


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