Congreso Universidad, mayo-agosto 2025; 11(5), e62

Presentado en el II Taller Internacional “Las ciencias sociales y humanísticas desde la universidad”

 

Artículo científico

Integralidad e historia nacional en la formación universitaria el profesional de la educación

 

Integrality and national history in the university training of the education professional

 

Yusmila Zamora Silva1 0000-0001-8124-4178 yusmila@mes.gob.cu
Edmundo de Jesús de la Torre Blanco2 0000-0002-8702-8086 edmundojdltb@ucpejv.edu.cu

1 Ministerio de Educación Superior. La Habana, Cuba.
2 Universidad de Ciencias Pedagógicas "Enrique José Varona". La Habana, Cuba.

 

Recibido: 20/01/2025
Aceptado: 28/04/2025


RESUMEN

A partir de presupuestos teórico-metodológicos relacionados con la concepción de la historia social integral, sustentada en la metodología globalizadora de la llamada historia total, asumida por la historiografía y la ciencia histórica y marxista, a la luz de la visión dialéctico-materialista de la vida social, se destaca su asunción en la enseñanza-aprendizaje de la Historia, particularmente de la Historia de Cuba, en el contexto del actual perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación, dada la contribución de esa concepción a la formación integral de las nuevas generaciones. Sobre la base de los resultados del segundo estudio diagnóstico sobre la formación integral del profesional, realizado por el proyecto asociado del Centro de Estudios Educacionales de la Universidad de Ciencias Pedagógicas "Enrique José Varona": La integralidad pedagógica en la formación universitaria de los profesionales de la educación, se fundamentó la necesidad e importancia de mantener la historia patria en los planes de estudios de las carreras pedagógicas, para dar continuidad a la profundización en su estudio, mediante temas globalizadores tratados con enfoque problematizador que tributó a la integralidad del profesional de la educación en función del cumplimiento de su encargo social.

Palabras clave: formación integral; historia social integral; enseñanza-aprendizaje de la Historia de Cuba.


ABSTRACT

Based on theoretical-methodological assumptions related to the conception of integral social history, supported by the globalizing methodology of the so-called total history, assumed by historiography and historical and Marxist science, in the light of the dialectical-materialist vision of social life, its assumption in the teaching-learning of History, particularly of Cuban History, is highlighted in the context of the current improvement of the National Education System, given the contribution of this conception to the integral formation of new generations. Based on the results of the second diagnostic study on the integral formation of the professional, carried out by the associated project of the Center of Educational Studies of the University of Pedagogical Sciences "Enrique José Varona": The pedagogical integrality in the university formation of the education professionals, the need and importance of maintaining the patriotic history in the study plans of the pedagogical careers was founded, to give continuity to the deepening in its study, through globalizing subjects treated with problematizing approach that contributed to the integrality of the education professional in function of the fulfillment of its social task.

Keywords: integral formation; integral social history; teaching-learning of Cuban History.


 

INTRODUCCIÓN

La integralidad de la personalidad es resultado de un proceso en el que intervienen diferentes factores, agentes y agencias educativas, cuya influencia tributa a la formación del ser humano entendido en su totalidad, como una unidad y no de manera fragmentada, caracterizado por el desarrollo armónico de facultades en lo afectivo, lo intelectual y lo ejecutivo, de modo que esté a la altura de su tiempo, comprometido con el desarrollo de la sociedad a la que pertenece, lo que supone en el caso de Cuba, el compromiso con el perfeccionamiento y defensa de la sociedad socialista que nuestro pueblo continúa construyendo hoy, en medio de complejas condiciones y grandes desafíos.

La integralidad tiene especial significado en la formación de los profesionales de la educación, cuya complejidad está dada principalmente por el encargo social del educador, responsabilizado con la formación integral de las nuevas generaciones, de su preparación para conocer y entender el mundo en que viven, asumir una posición crítica ante este y ser útiles como protagonistas de su transformación, desde el aprovechamiento de sus potencialidades creativas, como sujetos que sienten, piensen y actúan en correspondencia con las necesidades y demandas de su época y de su país, aptos para luchar fructuosa y honestamente en la vida, en aras del mejoramiento humano, por el bien de su Patria y de la humanidad.

La formación de esos profesionales se rige en nuestro país por la política educacional trazada por el Partido Comunista de Cuba (PCC), refrendada jurídicamente en la Constitución de la República y expresada en otros documentos referidos a su concreción, de los que se derivan los modos de actuación profesional pedagógicos que se orientan a su aplicación en las diferentes carreras.

Se fundamenta en una concepción que se nutre del legado humanista contenido en la obra de José Martí; de la esencia humanista del marxismo como concepción del mundo, como teoría y método general para la interpretación y transformación revolucionaria de la realidad social; y de la articulación histórica, devenida síntesis creadora, del pensamiento martiano y el marxismo en la ideología y en la obra de la Revolución Cubana. Se trata, en consecuencia, de lograr una formación humanista martiana, marxista y fidelista de los profesionales de la educación que necesita la sociedad cubana actual.

Corresponde un papel esencial en ese proceso a la enseñanza-aprendizaje de la Historia y, en especial, de la Historia de Cuba, cuyo estudio ha sido priorizado desde hace varios años en el Sistema Nacional de Educación (SNE), no solo en los subsistemas que conforman la educación general, sino también en la educación superior.

Conocer la rica y hermosa historia patria que enorgullece como cubanos es fuente nutricia de principios, valores, actitudes y conductas, y tiene especial significación en un contexto caracterizado por la recrudecida hostilidad del imperialismo estadounidense, empeñado en resquebrajar la unidad de nuestro pueblo para destruir la Revolución, la que es fruto y expresión del proceso de formación y desarrollo de la nacionalidad y la nación cubanas, al que están asociadas las luchas libradas contra el dominio colonial español y la dominación neocolonial de los Estados Unidos, en el decurso de las cuales se forjó y consolidó nuestra nación.

A ese empeño se asocian los esfuerzos encaminados a lograr, sobre todo en las nuevas generaciones, el olvido del pasado o la asunción de tergiversaciones o falsificaciones, fabricadas desde una malintencionada visión. De ahí la necesidad de una sólida preparación de los educadores para que, desde la integralidad de su formación, puedan ejercer sobre sus educandos la influencia educativa que permita frustrar esos esfuerzos. A ello debe contribuir la cultura histórica que posean y, en particular, sus conocimientos sobre la historia nacional y la asunción del legado contenido en esta como sustento de sus modos de actuación.

El presente trabajo se orienta precisamente a evidenciar la necesidad e importancia de la enseñanza-aprendizaje de la Historia de Cuba, para la formación integral de los profesionales de la educación en la sociedad cubana actual.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

La dialéctica materialista como método general del conocimiento científico fue la concepción metodológica general de la investigación, que tuvo carácter descriptivo y se enmarcó en el enfoque holístico del proceso histórico, expresado en la concepción didáctica de la historia social integral, al descubrir y relacionar los significados sobre importancia de la enseñanza-aprendizaje de la Historia de Cuba, para la formación integral de los profesionales de la educación en la sociedad cubana actual, desde un análisis crítico y reflexivo.

Como métodos teóricos, se emplearon el histórico-lógico, para profundizar en los diferentes momentos por los que transitó el proceso de enseñanza-aprendizaje de la historia de Cuba, sus particularidades y manifestaciones en la práctica; el método analítico-sintético, para procesar e integrare la información.

Como método empírico, el análisis documental posibilitó la revisión y determinación de las problemáticas sobre el tema objeto de investigación, desde los presupuestos teórico-metodológicos relacionados con la concepción de la historia social e integral, sustentado en la metodología globalizadora de la llamada historia total, asumida por la historiografía y la ciencia histórica marxistas a la luz de la visión dialéctico-materialista de la vida social.

Se aplicó una encuesta a 369 estudiantes como parte del segundo estudio de la formación integral en carreras universitarias (seis tipos de carreras pedagógicas y dos no pedagógicas), desde el proyecto de investigación del Centro de Estudios Educacionales de la UCPEJV: La integralidad en la formación universitaria de los profesionales de la educación, se les presentó a los estudiantes una relación de 9 a 12 contenidos (según la carrera) para que definieran su conocimiento y dominio sobre ellos.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

La historia puede ser enfocada desde tres aristas diferentes, pero estrechamente vinculadas entre sí: como proceso, como ciencia social y como transposición didáctica de esa ciencia. Como proceso es el movimiento o devenir de la sociedad desde sus orígenes, expresado en la sucesión y concatenación dialéctica de hechos, fenómenos y procesos asociados a diversas manifestaciones económicas, políticas, sociales y culturales de la actividad humana tuvieron lugar en determinado contexto espacio-temporal y bajo la acción de leyes objetivas que no existen al margen de esa actividad, pero al mismo tiempo, actúan con independencia de la voluntad de los hombres.

Debe tenerse en cuenta, por tanto, la especificidad de las leyes sociales y el hecho de que al desarrollo de la sociedad le es inherente la correlación entre lo objetivo y lo subjetivo. De ahí la importancia de ser sumamente cuidadosos al enjuiciar los acontecimientos y hechos históricos, tarea que corresponde precisamente a la ciencia histórica, a la historia como ciencia social que se ocupa de estudiar el proceso antes señalado, del estudio de las diferentes aristas de la vida social desde la dialéctica de la relación entre el pasado, el presente y el futuro.

Asimismo, expone el curso de la historia, el devenir de los hechos y fenómenos en su concatenación dialéctica, no de forma abstracta o teórica, sino de una forma viva, al tener en cuenta las condiciones específicas de cada momento histórico (condiciones histórico-concretas) y el papel desempeñado tanto por las masas, en su carácter de sujeto creador de la historia, como por las personalidades que influyen positiva o negativamente en la marcha de esta.

El carácter científico de la historia supone su objetividad, su correspondencia con el devenir del proceso histórico, pero lograrla es difícil si la entendemos en términos absolutos. A ello se refirió Castro (1992) cuando expresó al revolucionario nicaragüense Tomás Borge que la historia es objeto de diversas interpretaciones y puntos de vista y que "lo más que pueden producirse son aproximaciones a los acontecimientos de la vida del hombre y de los hombres" (p. 21).

De ahí la necesidad de que tales aproximaciones se sustenten cada vez más en una visión imparcial por parte del historiador, orientada hacia la búsqueda de la verdad. La objetividad, por tanto, es un principio ético que debe regir la actuación del historiador y también la del docente que imparte la asignatura Historia, ética señalada en su tiempo por Martí (1975) cuando destacó que la historia debe ser estudiada con "sereno juicio, con desconfiado ánimo, con lógica rectitud, con habilidad y comparación y fino escrúpulo" (p. 76).

Un enfoque científico de la historia implica también un adecuado balance entre lo histórico y lo lógico y, en consecuencia, la necesidad de evitar extremos tan dañinos como el sociologismo y el hechologismo descriptivo en el tratamiento del proceso histórico. El primero hiperboliza la búsqueda de causas, tendencias, fuerzas motrices y otras indagaciones necesarias en el plano lógico-conceptual y soslaya el costado fenoménico de la historia; y el segundo presta atención desmedida a la descripción de hechos, anécdotas, memorización de fechas y personajes aislados, sin tener en cuenta el porqué del acontecer histórico y su movimiento.

No menos importante es la comprensión de la dialéctica de ese proceso, desde el enfoque en su multidimensionalidad, con sus matices y en su carácter contradictorio, portador de avances y retrocesos, aunque sea predominante la tendencia del desarrollo social hacia el progreso.

A esa comprensión, se asocia la concepción de la historia total, asimilada de la Nueva Historia francesa, conocida también como Escuela de los Annales, que dominó el paisaje historiográfico a partir de 1929 en contrapunteo con el positivismo, pero desarrollada a la luz del enfoque dialéctico-materialista de la vida social por la corriente historiográfica marxista, la más trascendente hasta la actualidad, cuyo rasgo esencial, al decir de Torres (2002) "lo constituyó la elaboración de una propuesta teórica coherente acerca de la evolución social a partir de una metodología esencialmente globalizadora y racionalizadora de todos los factores que componen la sociedad" (p. XI).

La asunción de esa metodología globalizadora, tanto en la ciencia histórica como en su transposición didáctica en disciplinas y asignaturas, supera la visión reduccionista de la historia que hiperboliza lo económico, lo político y lo militar en detrimento de lo cultural.

En el contexto cubano, la disciplina Historia y las asignaturas que la conforman se sustentan en ese enfoque holístico del proceso histórico, expresado en la concepción didáctica de la historia social integral, defendido por destacados especialistas como Álvarez de Zayas, Díaz, Romero Valdés, Rodríguez y Reyes, entre otros; este último, en las nuevas Orientaciones Metodológicas de Historia de Cuba para 11º grado expresó:

En esencia, la historia a enseñar debe centrarse en la totalidad de los aspectos de la vida social sin hiperbolizar ninguno de sus elementos, sino todo lo contrario, reflejar su diversidad en una estrecha conexión dialéctica ubicada en un contexto espacio-temporal que se mueve en la relación pasado-presente-futuro, expresión de la actuación de las masas en interacción con las personalidades históricas. La historia no es algo acabado e inamovible, es un conocimiento en construcción que parte de la consulta de fuentes diversas que enriquecen su carácter probatorio.

La aplicación de esa concepción al estudio de la historia nacional, se nutre del pensamiento fundacional cubano y en particular de los aportes de Martí y Castro, en tanto referentes indispensables para la comprensión de la historia como proceso y especialmente del proceso histórico de la Revolución cubana.

Son elementos distintivos de la historia social integral: el enfoque tercermundista que privilegia la historia de la emancipación con respecto a la dominación; la aspiración a explicitar la perspectiva de género, la mentalidad y la vida cotidiana, el hombre y la mujer común, lo artístico, lo jurídico, lo religioso, lo filosófico, lo tecnológico y lo científico; la prioridad otorgada al estudio de las diversas comunidades humanas privilegiando la relación entre lo universal, lo regional, lo nacional, lo local, lo familiar y lo personal; la multidimensionalidad de las categorías espacio-tiempo, desde un enfoque de sistema que debe revelar la relación pasado, presente y futuro.

También, la determinación de los esquemas de contenidos a partir de los avances de la ciencia histórica y las nuevas concepciones; la asunción de un enfoque desarrollador que aproveche las potencialidades del entorno escolar, de la familia, de la comunidad y otros agentes y agencias socializadoras, que coloca al educando en el centro del proceso de aprendizaje y propicia la necesaria relación entre el conocimiento fáctico y el lógico, entre lo cognitivo y lo afectivo, entre lo probatorio y lo emocional, el desarrollo de su pensamiento y de sus sentimientos, sobre la base del uso de fuentes diversas del conocimiento histórico y de los recursos patrimoniales, museos, documentales y otros productos tecnológicos.

De igual manera, son rasgos de esta concepción didáctica el desarrollo de un pensamiento histórico social coherente, emancipador, imaginativo y creativo, sustentado, como modo de razonar, en la conversación meditada, en el diálogo talentoso y controversial, opuesto al pensamiento neoliberal y colonizador que se trata de imponer a los pueblos del Tercer Mundo; la integración de las TIC al proceso educativo de la Historia; la aparición explícita y con flexibilidad, cuando corresponda en el sistema de conocimientos, del pensamiento de Martí, Castro y otros destacados intelectuales y líderes políticos revolucionarios de Cuba y del mundo.

Los procedimientos evaluativos que se sostienen en un enfoque comunicativo-formativo, que en su ejecución se distinguen por lo flexible, lo diverso, lo personológico y el carácter de sistema; el uso del sistema categorial de la ciencia histórica para enunciar los hechos y procesos históricos que se estudian, tratados desde el enfoque marxista, leninista y tercermundista; la educación en una cultura de paz, entendida como un proceso de socialización complejo sustentado en principios ético-morales que coadyuvan a formar una conciencia solidaria y tolerante; el reforzamiento del trabajo con las habilidades propias de la disciplina Historia y el desarrollo de habilidades generales y docentes.

No se pretende explicitar los elementos y rasgos señalados, sino mostrar a partir de su enunciado la superioridad de una concepción que apoyada en importantes referentes teóricos, en los aportes de reconocidos especialistas en este campo, apunta a desplegar una estrategia de aprendizaje profunda, flexible, problematizadora, creativa, basada en las alternativas y no en la enseñanza rígida y memorística, cuyo sustento debe ser el desarrollo de un pensamiento histórico-social como modo de razonar.

Esta concepción brinda la posibilidad de enseñar una Historia de Cuba más objetiva, real y dinámica que reclama reflexión y movilidad inacabada, que atiende a la multidimensionalidad de elementos económicos, políticos, militares, diplomáticos, sociales, culturales, temporales y espaciales que se encuentran interconectados por las diferentes escalas de los contenidos históricos; que tiene en cuenta el quehacer, no solo de las personalidades relevantes, sino del pueblo como sujeto real del proceso histórico, incluyendo como parte de este, sectores que tradicionalmente han sido desconocidos e invisibilizados.

De modo que, desde la dialéctica de la relación pasado, presente y futuro, propia de la historia como proceso, de la ciencia que lo estudia y de la transposición didáctica de esta, se favorece la formación de un educando que acumula saberes que le permiten comprender de manera crítica la realidad que le rodea. Pero no solo se trata de conocer y emitir un criterio con respecto a un hecho, fenómeno o proceso histórico determinado, sino de algo más profundo y significativo, conocer para transformar.

Se aspira a un ciudadano con conciencia histórica en función del presente y del futuro prospectivo de la nación, portador de principios y valores que sustenten modos de actuación comprometidos con el presente y sobre todo con el futuro de la sociedad que nuestro pueblo perfecciona y defiende en condiciones muy complejas y difíciles; al respecto lo expresado por el Apóstol "Lo pasado es la raíz de lo presente, ha de saberse lo que fue, porque lo que fue está en lo que es" (Martí, 1975, p. 301).

La visión martiana igualmente se aprecia al preguntar ¿cómo se ha de llegar al conocimiento de la humanidad futura y probable sin el conocimiento exacto de la humanidad presente y la pasada? Esta es una humanidad que se desenvuelve y concentra en estaciones y fases. Lo que pasa en algo queda. Para estudiar los elementos de la sociedad de hoy es necesario estudiar en algo los residuos de las sociedades que han vivido (Martí, 1975, pp. 75-76).

La aplicación de la concepción didáctica de la historia social integral está en el centro de atención del actual perfeccionamiento del SNE, que tiene en cuenta la estructuración, gradualidad y proyección curricular de la disciplina Historia y de la Historia de Cuba en particular, en los subsistemas que conforman la educación general. Así, por ejemplo, durante la primera infancia, a partir del cuarto y hasta el sexto año de vida, se inicia la formación de nociones históricas, y en el primer ciclo de la educación primaria se introduce la asignatura El mundo en que se vive, en la que se comunican representaciones elementales de historia de cuba. En el segundo ciclo, comienza el estudio sistemático de la asignatura por los estudiantes de quinto y sexto grado, con un nivel de familiarización sobre hechos, acontecimientos y procesos notables.

El nivel básico de sistematización lo constituye la secundaria básica (7º a 9º grados), en la que los estudiantes obtienen una educación histórica terminal, a partir de la adquisición de conocimientos de la historia universal, de América y de Cuba, en las distintas épocas; y en la educación preuniversitaria se inicia el ciclo de profundización con el estudio en 10º grado de la época contemporánea desde la perspectiva universal, y del proceso de formación, desarrollo y consolidación de la nacionalidad y la nación cubanas, que constituye el objeto de la asignatura Historia de Cuba en los grados 11º y 12º.

En consecuencia, durante su paso por la educación general, los educandos transitan del nivel de familiarización al de sistematización y de este al nivel de profundización. No en balde, en los documentos rectores de la asignatura para preuniversitario se insiste en que se trata de alcanzar un mayor nivel de profundización, se toman como base los conocimientos históricos sistematizados en la secundaria básica y se evitan repeticiones innecesarias, para analizar el devenir del proceso histórico con el apoyo de documentos y otras fuentes diversas que como elementos probatorios, permitan disponer de información suficiente sobre el proceso objeto de estudio, para la búsqueda del conocimiento y la elaboración de conclusiones por el estudiante como producto del desarrollo de su pensamiento histórico.

Por supuesto, no se trata solo de los conocimientos y de las habilidades asociadas a su desarrollo, sino de la aprehensión de la historia de Cuba como un inestimable recurso cultural que se esgrime como escudo, arma e instrumento para defender y perpetuar los símbolos que identifican a la nación cubana.

La historia de Cuba en las carreras pedagógicas

Ante las interrogantes sobre si la aplicación en la educación general de una concepción didáctica como la expuesta contribuye, sobre todo en la educación preuniversitaria, a la formación de un joven identificado con la historia patria y comprometido con el presente y el futuro de la sociedad en que vive; y sobre la necesidad de mantener la Historia de Cuba en los planes de estudios de las carreras universitarias y especialmente en las carreras pedagógicas, se parte de que cuando los estudiantes se inician en las carreras, se cuestionan la inclusión de la asignatura Historia de Cuba en el plan de estudios, alegan que la han recibido durante toda su vida escolar y que incluso debieron prepararse para un examen de ingreso a la educación superior.

Debe significarse, por otra parte, que en reciente encuesta aplicada a 369 estudiantes como parte del segundo estudio de la formación integral en carreras universitarias (seis tipos de carreras pedagógicas y dos no pedagógicas), realizado por el proyecto de investigación del Centro de Estudios Educacionales de la UCPEJV "La integralidad en la formación universitaria de los profesionales de la educación", en respuesta a una indicación del Primer Secretario del CC del PCC y Presidente de la República. Dr. C. Miguel Mario Díaz Canel Bermúdez, se les presentó a los estudiantes una relación de 9 a 12 contenidos (según la carrera) para que definieran en una escala de 1 a 5 (donde 5 es la máxima expresión) su conocimiento y dominio sobre ellos

El conocimiento de la Historia de Cuba y de la Revolución resultó el mejor valorado de los contenidos comunes: un 77,1 % se ubicó entre 4 y 5 y solo un 6,8 % entre 1 y 2. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con el conocimiento del pensamiento y la obra de Martí y de Castro y su utilización como referentes en la vida laboral y personal. En el primer caso, el 56,8 % de los encuestados logró valorar su conocimiento y dominio entre 4 y 5 y el 17,5 se quedó entre 1 y 2; y en el segundo caso, el comportamiento es de 56,3% y 22,7%, respectivamente.

Resultó contradictorio, pues se trata de las personalidades más relevantes de la historia nacional en los siglos XIX y XX, que por su genialidad y universalidad sintetizan y simbolizan lo más avanzado del pensamiento cubano, cuya obra trascendente es fundamento y contenido esencial de la ideología de nuestra Revolución y de la sociedad que edificamos.

Ahora bien, es de esperar que la profundización en el estudio de la Historia de Cuba en la educación preuniversitaria, a partir de la aplicación de la concepción didáctica asumida, propicie una mejor preparación previa del estudiante que inicia su vida universitaria y contribuya efectivamente, a la integralidad de su formación.

No obstante, aun si se logran los propósitos en el nivel precedente, la inclusión de la Historia de Cuba en los planes de estudio de carreras, como las de perfil pedagógico, no solo es necesaria; es indispensable. Recuérdese que las universidades y los estudiantes que se forman en ella constituyen hoy uno de los principales centros de atención de la actividad subversiva que, orientada, patrocinada y financiada por EEUU, busca dividir, debilitar y destruir la sociedad que edifica el pueblo cubano en medio de la permanente y recrudecida hostilidad.

Recuérdese también que la historia nacional es uno de los componentes esenciales de la actividad diversionista orientada al desmontaje ideológico de la Revolución, de la que forman parte los esfuerzos dirigidos a la colonización cultural como vía para propiciar el debilitamiento de nuestra identidad.

No solo se busca, sobre todo en las nuevas generaciones, la desmemoria histórica, el olvido de lo pasado que defendió el presidente Obama en el contexto de su nueva política hacia Cuba. Se recurre, en gran medida, a través de la guerra mediática que se hace, a falsificaciones y tergiversaciones de la historia o de realidades que tienen sus raíces en ella.

Así, por ejemplo, se promueve una imagen edulcorada y falsa de la Cuba de los años 50 del siglo XX que la presenta como un país próspero, modelo para los demás países de la región, con un pueblo feliz. Se ignoran a propósito la agravada situación económica, social y política de esos años y los sufrimientos que padecía ese pueblo bajo la sangrienta dictadura de Batista, quien es presentado como un hombre que contribuyó al progreso del país; pero no, sus fuertes relaciones de negocios con la mafia estadounidense, en función de convertir a Cuba en la Riviera del Caribe y a La Habana en una réplica caribeña de Las Vegas.

Son frecuentes igualmente las tergiversaciones relacionadas con figuras devenidas símbolos de la nación cubana, como el propio Martí, del que se citan ideas de manera descontextualizada para fundamentar falsas acusaciones y críticas malintencionadas sobre la realidad que hoy se vive en Cuba, pero se ocultan, por ejemplo, las proyecciones unitarias, antianexionistas y antimperialistas de su pensamiento revolucionario. De igual modo, se difunden mentiras, no siempre de manera burda, sobre supuestas contradicciones entre Fidel y Camilo, entre Fidel y el Che, a las que se asocian especulaciones maliciosas sobre el asesinato de dos figuras tan cercanas al líder histórico de la Revolución.

Se ataca sistemáticamente al sistema político cubano, en particular el monopartidismo y el proceso electoral, que son presentados como ejemplos del carácter antidemocrático y dictatorial del régimen. Evidentemente, sin acudir a la historia no es posible comprender lo que significó el pluripartidismo de la república burguesa neocolonial, el porqué de la estructura y el monopartidismo de nuestro sistema político, resultado del proceso de unidad de las principales fuerzas revolucionarias que participaron en la lucha insurreccional de la década del 50, ni tampoco los rasgos distintivos del sistema electoral, evidentemente perfectible, pero radicalmente opuesto a las elecciones amañadas y fraudulentas de aquella república.

No menos recurrentes son hoy los intentos de minimizar o negar los efectos del bloqueo económico, comercial y financiero que sufre y resiste el heroico pueblo cubano, que se contraponen, desde posiciones de significación absolutistas o exageradas, a problemas condicionados por insuficiencias y debilidades internas, que realmente existen y es preciso enfrentar enérgicamente, pero no niegan que el bloqueo constituye, por su repercusión en las diferentes facetas de la vida social, el principal obstáculo para el desarrollo y el bienestar de la sociedad cubana.

Es necesario, por tanto, profundizar, desde el vínculo de lo probatorio con lo emocional, en la historia del bloqueo como parte de la política agresiva de Estados Unidos contra la Revolución cubana, y en las más profundas raíces históricas de esa política. No se puede desconocer que los intentos de subvertir mediante vías como la guerra mediática, la colonización cultural y la utilización de elementos que internamente responden a la estrategia contrarrevolucionaria del imperialismo, apuntan al resquebrajamiento de la unidad como factor decisivo para la continuidad de la Revolución.

De ahí la importancia de profundizar, a la luz de la historia, en las lecciones y experiencias derivadas del comportamiento de ese factor en diferentes momentos y etapas, a fin de reafirmar la necesidad de preservar la unidad en el presente como garantía de la supervivencia de la nación, de la cultura identitaria de nuestro pueblo y de un futuro próspero y sostenible para el país.

Basten estos ejemplos, que no son los únicos, para reiterar la necesaria recurrencia a la historia patria como vehículo en la formación integral de los profesionales de la educación, los que con independencia de la asignatura que impartan son activistas ideológicos del PCC y de la Revolución, responsables de garantizar, como parte de la política educacional trazada, la preparación de las nuevas generaciones de cubanos para la vida.

Desde la identificación emocional con esa historia, sustentada en el conocimiento profundo de ella y en la asunción de los principios y valores de nuestro pueblo que ese conocimiento aporta, es posible contar con un docente capaz de enfrentar y vencer con sólidos argumentos los efectos colonizadores de la tergiversación histórico-cultural que como parte de la subversión político-ideológica introducen los grandes laboratorios imperiales en el país.

Ello es vital en los tiempos que corren, en tanto el complejo mundo de hoy ha colocado a la humanidad ante nuevas exigencias culturales, educativas y sociales, que demandan cada vez más, seres humanos portadores de una ennoblecida sensibilidad, dotados "de sentimientos altruistas, solidarios, éticos, ecológicos, patrióticos y antiimperialistas a través de los cuales se preserven los bienes que brinda la naturaleza y los símbolos de la Patria" (Martínez, et al., s/f, pp. 6-7).

En la educación ético emancipadora corresponde a la historia y particularmente a la historia nacional, un papel decisivo como vehículo de elevación de la espiritualidad para la formación humanista del profesional a la que se aspira, que supone desarrollar, mediante el vínculo con lo mejor de la cultura del pasado valores asociados a sentimientos como los expresados.

Si coincide en la necesidad de mantener la Historia de Cuba en los currículos de las carreras pedagógicas en función de los objetivos del modelo del profesional que en ellas se forma, es importante considerar que el modo de tratar los contenidos de la asignatura en la educación superior debe ser diferente a lo que se prevé con el perfeccionamiento en la educación preuniversitaria.

En esa dirección se retoma una propuesta presentada hace varios años en el colectivo de la disciplina Historia de Cuba del departamento de Historia y Marxismo-Leninismo de la UCPEJV y socializada en la Comisión Nacional de la carrera Marxismo-Leninismo e Historia, dirigida no a esta, sino a las carreras donde Historia de Cuba no es una asignatura de la especialidad, propuesta implementada por el mencionado colectivo en las facultades donde presta servicios, cuyo contenido puede ser actualizado y perfeccionado en cada área, en dependencia de las prioridades actuales.

Se trata de profundizar en aspectos medulares del proceso histórico cubano mediante temas globalizadores, tratados desde un enfoque problematizador que propicie el intercambio dialógico y el debate, a partir de la autopreparación previa de los estudiantes bajo la orientación certera del docente y la utilización, siempre que las condiciones lo permitan, de materiales audiovisuales y recursos multimedia relacionados con el contenido de cada tema. Ejemplos de tales temas son los siguientes:

Ni son estos los únicos ni es obligatoria la inclusión de todos; su selección y determinación depende de las necesidades de los estudiantes, según la especificad del contenido, su tratamiento desde el enfoque didáctico de la historia social integral. A ello se atiende en la estructuración interna del sistema de conocimientos de los seleccionados, como parte del programa elaborado para la impartición de la asignatura en cada carrera, cuyo diseño también tiene en cuenta tanto su perfil pedagógico general como el perfil específico de la especialidad.

Desde la concepción didáctica de la historia social integral, asumida para la enseñanza aprendizaje de la Historia de Cuba en el SNE, se tributó a la formación integral de las nuevas generaciones de cubanos como ciudadanos identificados emocionalmente con la historia heredada y continuada, portadores de principios y valores éticos humanistas, comprometidos con el presente y con el futuro de la sociedad y aptos para ser activos partícipes en su perfeccionamiento y desarrollo.

El desarrollo de la sociedad cubana en un complejo y difícil contexto nacional e internacional, marcado por el empeño del imperialismo estadounidense en derrocar la Revolución, al que se asociaron los intentos de desmontar y tergiversar la historia patria como expresión identitaria de nuestro pueblo, condicionó la necesidad de continuar en las carreras pedagógicas el ciclo de profundización en el estudio de la Historia de Cuba, iniciado en la educación preuniversitaria, mediante el tratamiento de temas globalizadores con un enfoque problematizador que contribuyó a la preparación de los educadores en formación para el cumplimiento de su encargo social.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Castro, F. (1992) Un grano de maíz. Conversación con Tomás Borge. La Habana, Cuba: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado.

Martí, J. (1975) Cartas de Martí, La Opinión Pública, Montevideo, 1889. Obras Completas Tomo 12, La Habana, Cuba: Editorial Ciencias Sociales.

Martí, J. (1975) Cuadernos de Apuntes. Cuaderno Nº 2. En: Obras Completas, Tomo 21. La Habana; Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.

Martínez, Y. L. et al. (s/f). Orientaciones Metodológicas. Historia de Cuba. Onceno grado. Documento en formato digital, inédito, La Habana, Cuba: MINED.

Torres-Cuevas, E. (2002) Introducción a "La Historia y el oficio de historiador". Colectivo de autores franceses y cubanos. La Habana, Cuba: Ediciones Imagen Contemporánea.

 

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener conflictos de intereses.

 

Contribución de los autores

Todos los autores revisaron la redacción del manuscrito y aprueban la versión finalmente remitida.

 


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